martes, 9 de julio de 2024

Lo que extraño.

Escuchar por las noches a mis amigos del barrio en la puerta de casa de mis padres "¿Puede salir Diego a jugar?"

Las tardes lluviosas de verano, aquellas en que salíamos a la calle con el único objetivo de mojarnos bajo dicha lluvia.

Los dulces abrazos de la abuela y la voz firme pero cariñosa del abuelo, después de todos estos años todavía se me hace un nudo en la garganta al ver esas habitaciones vacías.

Los viajes en familia, la carretera en el asiento de atrás, la música de mis padres, mis hermanas molestas por cualquier cosa, viajar no ha vuelto a ser igual.

A mi perro, definitivamente extraño a mi perro, fiel compañero y amigo inseparable.

La emoción del fin del ciclo escolar y la pequeña tristeza que producía no ver a algunos de tus amigos por un tiempo.

La emoción pura de abrir los regalos de Navidad, todavía hay emoción por supuesto, pero esa inocencia infantil es cosa aparte.

La adrenalina del cortejo, el estira y afloja de la seducción es una de las mejores sensaciones de la juventud.

Los amigos que tomaron su propio camino, porque es claro que en la vida hay separaciones, se les extraña y estima siempre.

Todo esto y más forman la maraña amorfa de lo que soy, de lo que fui y de lo que quisiera ser. Todo esto mientras sigo avanzando y acumulando nuevas experiencias, y nuevas cosas que extrañar.


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