martes, 5 de septiembre de 2017

Versos Robados

Podría decir que "Puedo escribir los versos más tristes esta noche", además de que, "Me gustas cuando callas porque estás como ausente", aunque no soy un cartero como para robarle versos a Neruda.

También podría ofrecerte "Por una mirada, un mundo, por una sonrisa, un cielo" y asegurar vehementemente que "¡Poesía... eres tú!", pero no creo que Bécquer lo pudiera considerar halagador si aun viviera.

Pienso que "Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las seis" para terminar ahogándome en "¿Y si Dios fuera mujer?", y seguro que Benedetti no estaría  muy orgulloso de todo lo que pienso sobre esto.

Intentar seducirte exclamando que "Dos cuerpos frente a frente son dos astros que caen en un cielo vacío" y es cuando me doy cuenta que "Sólo tú eres. Tú, mi desventura y mi ventura, inagotable y pura";  pero la amistad que tenían Borges y Octavio Paz no me da derecho de unir sus versos, no importa que sean para ti.

Porque en toda honestidad sabemos que es mentira que "Tu vientre es una lucha de raíces" y yo tampoco soy García Lorca, y por supuesto que no tengo el atrevimiento de Villaurrutia para asegurar que puedo "Amarte por la soledad, si en ella me dejas".

No soy Cortázar, no soy Rúben Darío, no Hesse, no Joyce, no Poe, no Nervo, no Martí, no ninguno de ellos, y tal vez es este el momento donde puedo acudir a aquella frase que dicta "La Poesía no es de quien la escribe, es de quien la necesita", como cualquier imbécil necesitado, pero yo busco unas pocas palabras que digan bastante, que sean mías, honestas y que signifiquen lo mismo sin importar cuando las escuches o las recuerdes, no importa que "éstos sean los últimos versos que yo le escribo", ¿Neruda otra vez?, maldita sea.
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martes, 1 de agosto de 2017

Tarde

Tarde, muy tarde, como casi todas las mañanas.
Sin peinar y sin apenas maquillarse, tarde.
Muy tarde, sin sombrilla y con una tormenta que se avecina.
Apenas con un viejo sueter, resultando en que el viento me haga tiritar, y voy retrasada.
Con el desayuno todavía caliente en la bolsa y esa sensación de que vas a perder el tren de manera inevitable, así de tarde.
La culpa es de la serie de televisión que vi hasta muy tarde anoche o del viejo calentador de agua del apartamento, ese que se tarda bastante en funcionar, el caso es que esta mañana rompí mi récord personal de retrasos.
Tengo que admitir que nunca he sido muy hábil corriendo en tacones, así que voy dando tumbos mientras intento equilibrar la bolsa, no fracturarme un tobillo y además querer olvidar el hecho de mi retraso.
Ni siquiera me detengo a regresar el habitual saludo que diario me dirige el anciano del puesto de periódicos, voy tarde y su galantería matinal  no está en el programa.
Veo la estación a lo lejos, pero el tumulto de gente parece no tener la misma prisa que yo, es frustrante.
Subo la escalera de manera torpemente rápida, al llegar arriba experimento una mezcla de una respiración entre cortada y sudoración profusa con una leve esperanza de que el tren se haya retrasado, como yo.
Me muevo hacia el andén, jadeando por mi obvia falta de condición física y me encuentro con el tren cerrando sus puertas y empezando a avanzar.

... Tarde, muy tarde.

jueves, 15 de junio de 2017

Vida

“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla.”
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Y es cierto, los recuerdos que tenemos suelen diferir con la realidad de lo que fue.

Cuantas veces no hemos vuelto a aquel enorme parque en el que pasamos innumerables horas de nuestra infancia, ese donde cada tarde era una enorme aventura, y todo para darnos cuenta que todo ese tiempo solo fue un espacio de 16 metros cuadrados con un árbol y un poste, el cual por cierto tiene mal puesta la bombilla y por eso la luz siempre ha parpadeado.

Ese recuerdo de tu habitación llena de posters en las paredes, mayoritariamente de caricaturas o de bandas de rock y uno que otro placer culposo, esa habitación donde una tarde oscura de otoño lograste "perder" esa "característica" de la que tanto habías buscado deshacerte en tu adolescencia, todo eso mientras sonaba esa power ballad que sigue en tu lista de reproducción habitual.

Espera, que hay de aquella playa donde casi te ahogas por no hacer caso al letrero de advertencia y tu papá tuvo que entrar a sacarte mientras tu mamá gritaba y tu no podías sino escupir agua salada con una cara que demostraba un pánico que no has vuelto a sentir, vaya regaño te llevaste aquel día.

El bosque donde te hiciste esa cicatriz en la pierna, esa que le presumes a tu hijo que te la hizo un león, cuando en realidad te golpeaste en un tronco por ir distraído intentando tomar una fotografía durante un viaje con tus compañeros de la universidad.

Los amigos de tu calle con los que jugabas por las noches, todo tipo de juegos infantiles, a ellos ya les perdiste la pista ¿Verdad?

Mención honorafica se lleva tu siempre fiel acompañante canino; más fiel que Argos o Hachiko, más inteligente que Lassie, un verdadero amigo y acompañante de travesuras, el segundo ser más protector después de tu madre, la verdad es que sobre todo recuerdas a tu perro.

Que tal aquella despampanante muchacha que fue tu primer amor y como fuiste todo un Casanova para conquistarla y como compraste tu primer ramo de flores y escribiste tu primer carta de amor, aunque si hoy en día leyeras esa carta que le hiciste te daría risa, o pena, mucha pena.

Todos los atardeceres, todas las lágrimas, todas las personas y todas las noches que tienes tatuadas en tu memoria las cuentas no con una rígida  exactitud histórica, sino que tu relato tiene una carga emotiva importante parte nostalgia parte invento parte confusión.

Pero esto no evita que aquel parque siga siendo una jungla o que tu habitación fuera una fortaleza inexpugnable o que tu perro siga siendo la máxima expresión de fidelidad que haya existido, los amigos, tu calle, los atardeceres, lluvias, mujeres, familiares, todo, todas esas cosas son lo que son porque así las recuerdas y así las cuentas, están vivas después de todo este tiempo y eso, eso mi amigo, es vida.