Después de
todas las canciones, accidentes, abrazos, debuts, despedidas y sin fin de otros
sucesos caigo en la cuenta de que he pasado por incontables batallas y, que en
realidad, en más de una salí perdiendo.
Después de
todo eso hoy vivo aferrado al filoso borde de un recuerdo que desvanece, al
desdibujado eco de una distante voz, a la desgarrada emoción de una melodía
proveniente de un piano oculto entre la penumbra.