miércoles, 10 de agosto de 2011

Amenaza de lluvia



Una tarde que cierra, una lluvia que amenaza, un caminar errático y una plática casi habitual, un típico día en el que el plan preestablecido no salió y la improvisación tuvo que hacer acto de presencia.
La tarde termina por morir y la lluvia pasa de ser una amenaza latente a una abrupta realidad, más sin embargo, no apresuramos el paso ni tomamos refugio, simplemente seguimos nuestra marcha mientras la plática… bueno la plática muta hacia una conversación “interesante”.
Confesiones aquí, recuerdos allá, palabras que estaban rumbadas en nuestra mente fluían igual que el vital líquido lo hacía por nuestras ropas, ¿Y acaso nos importaba lo que cualquiera de esas 2 insignificantes cosas causara? La respuesta era sencilla: NO.

No, porque cada palabra que emanaba de nuestras bocas y cada gota que hacía contacto con alguno de los dos fungían como el perfecto purgante para esos viejos sentimientos reprimidos, todas aquellas tacitas alegrías o, ¿Por qué no? Aquellos recuerdos desordenados que no terminan de cuadrar dentro de una historia a la que es difícil encontrarle principio y a la cual no nos interesa escribirle un final.
La caminata termina y arribamos a nuestro destino, con una sonrisa en la cara y un enorme peso de menos en el alma… terminó el día, no sin antes la debida despedida y otra caminata más silenciosa y solitaria hacia el hogar… 
Espero que mañana vuelva a llover.

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